Para orar no se necesitan demasiadas palabras. Si hasta el Padre Nuestro es breve, sencillo y utiliza exactamente 56 palabras. Es más, Jesús cuando se dirigía al Padre se retiraba a un lugar solitario  y así en intimidad con Él, se comunicaban con el lenguaje del Amor.
Para orar lo que se necesita es silencio, actitud de escucha a lo que Dios quiera decirnos, y humildad. Nada fácil, pero tampoco imposible.
Ya no son tiempos de grandes discursos, ni larguísimas letanías. Tampoco de parase en el pedestal de “yo me sé todas las fórmulas de la oración”…en todo caso son tiempos de silencio y actitud contemplativa para “hallar a Dios en todas las cosas y a todas las cosas en Él”, como decía Ignacio.
Cerremos los ojos, pongámonos en presencia de Dios, pidamos la asistencia del Espíritu y roguemos  que Dios, que ya mora en nuestros corazones, nos ayude a “despertar”…
Por eso creo que para “abrir” los ojos primero tenemos que cerrarlos.
@Ale Vallina.

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