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Mostrando entradas de junio 28, 2015
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Hay tanta belleza en este mundo, y sin embargo a veces  se nos aparece como amargado y mustio. Existe belleza de rostros, de sonrisas, de ojos. Belleza de flores, de libros, de solidaridad. Belleza de puentes, de estrellas, de sol y de luna. Belleza de creatividad y de arte, de corazones palpitantes. Belleza diminuta y gigantesca. Belleza de amantes generosos, de nacimiento y muerte. Belleza de resurrección. Belleza de pruebas superadas, de danzas y de rituales. Belleza de injusticias que se denuncian, y de perdones sinceros con nuevas oportunidades… Existe belleza de humanidad imperfecta  pero profundamente amada por Dios. Existe tu belleza naciente cada día, lo creas o no, sin la cual el mundo sería definitivamente menos bello. @Ale Vallina
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DEJA QUE SUCEDA Que el amor te toque  que la luna salga que la lluvia moje que el sol te abrace que te bese el viento y que el mar te alcance Deja que suceda que rompan tus sueños que un muro te estorbe que vuelvas a errar que el alma te duela que puedas llorar Porque si sucede todo pasará lo bueno, lo malo, lo negro, lo blanco, y en el equilibrio vivirás en paz. Aurora Orozco
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En los Ejercicios, Dios es el más activo, el que nos toma de la mano, el que nos transforma. En las meditaciones, le cedemos el tiempo y el espacio para dejarlo actuar en nosotros. Carlo María Martini S.J.
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"EN TODO AMAR Y SERVIR" : es la frase correspondiente al número [233] de los Ejercicios Espirituales. San Ignacio incluye esta frase en la petición de la "Contemplación para alcanzar amor".  Con el tiempo, la Compañía ha visto en estas palabras una de las expresiones más ricas de su carisma.
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“Exercicios espirituales para vencer a si mismo y ordenar su vida, sin determinarse por affeccion alguna que desordenada sea”. Ignacio de Loyola [21] Ordenar la propia vida, vencerse a sí mismo, conocer y ordenar las afecciones desordenadas...
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"Exercicios spirituales, se entiende todo modo de examinar la consciencia, de meditar, de contemplar, de orar vocal y mental, y de otras spirituales operaciones, según que adelante se dirá. Porque así como el pasear, caminar y correr son exercicios corporales, por la mesma manera todo modo de preparar y disponer el ánima, para quitar de sí todas las afecciones desordenadas, y después de quitadas para buscar y hallar la voluntad divina en la disposición de su vida para la salud del ánima, se llaman exercicios spirituales". San Ignacio de Loyola, "Ejercicios Espirituales", 1ª Annotación
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¿Qué hacen los jesuitas, para qué y cómo? San Ignacio de Loyola, el fundador de esta orden religiosa, quiso que sus miembros estuviesen siempre preparados para ser enviados, con la mayor celeridad, allí donde fueran requeridos por la Misión de la Iglesia y allá donde el Papa les necesitara. De ahí que los jesuitas, aparte de los tres votos normales de cualquier religioso (pobreza, castidad y obediencia), emiten un cuarto voto de obediencia al Papa en lo que se refiere a las misiones específicas a las que éste les pueda destinar. Por ejemplo, la última petición explícita de un Pontífice a la Compañía ha sido el ruego de luchar contra el ateismo, que encomendó el Papa Pablo VI en 1965. Es por ello que hoy los jesuitas se encuentran en los campos más diversos de nuestro mundo, adaptándose a las nuevas necesidades de la sociedad y a los retos que estas plantean. Todas estas acciones las desarrolla la  a través del trabajo de los jesuitas y de miles de laicos que comparten su misma
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Su nombre era Iñigo López de Loyola, que cambió entre 1537 y 1542 por el de Ignacio «por ser más universal», o «más común a las otras naciones». Según la tradición, fue el último de los ocho hijos varones de Beltrán Ibáñez de Oñaz, señor de Loyola, y Marina Sánchez de Licona. I. INICIOS Sobre su fecha de nacimiento oscilaron las opiniones de los contemporáneos. En su epitafio, tras seria deliberación, se fijó su muerte a los 65 años de edad, lo que equivalía a decir que había nacido en 1491. Nada cierto se sabe sobre su primera educación familiar. Su padre debió de fallecer antes de 1506; su madre, poco después de otorgar testamento el 23 octubre 1507. Por estos años, el joven Iñigo se incorporó en Arévalo (Ávila) a la familia del contador mayor [ministro de Hacienda] de los reyes, Juan Velázquez de Cuéllar. Allí pasó unos diez años, en los cuales tuvo ocasión de acompañar al contador durante sus viajes a la corte y otros lugares. Con los libros de su protector pudo adquirir una c
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Qué querrás Tú decirme, me pregunto mientras ando hasta Ti sin conocerte todavía, Señor. Tú me has llamado y me he echado al camino sin dudarlo. No sé ni dónde estás, pero yo voy andando que andarás; puede que tarde toda mi vida ya por el viaje. Yo sé que te veré. Tú me has llamado. Lo que más me preocupa es qué querrás Tú decirme. No sé qué pueda contestarte ni me importa. ¡Debe ser muy hermoso cuanto digas! Valentín Arteaga
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Por algún extraño motivo (quizá para ejercitar nuestra paciencia, o tal vez para entender la sencillez de lo importante) las cosas más significativas de la vida crecen y se expanden lentamente.  De manera casi imperceptible (tanto que a veces creemos que asistimos a una pasividad pasmosa), lo sustancial de nuestra existencia comienza a crecer y a madurar de manera humilde. El tiempo es testigo mudo de ese crecimiento, de ese desarrollo y de esa expansión… Y de pronto, sin percibir el momento exacto, se abren las puertas y las ventanas y entran el amor, la familia, los amigos, la vocación, la fe, la solidaridad…. Y asistimos al nacimiento de lo que un día fue pequeño, pero que creció despaciosamente hasta convertirse en lo más sagrado de nuestra vida. @Ale Vallina.

Finales y comienzos

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Cuando Jesús regresó en la barca a la otra orilla, una gran multitud se reunió a su alrededor, y él se quedó junto al mar.  Entonces llegó uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verlo, se arrojó a sus pies, rogándole con insistencia: "Mi hijita se está muriendo; ven a imponerle las manos, para que se cure y viva". Jesús fue con él y lo seguía una gran multitud que lo apretaba por todos lados. Se encontraba allí una mujer que desde hacía doce años padecía de hemorragias. Había sufrido mucho en manos de numerosos médicos y gastado todos sus bienes sin resultado; al contrario, cada vez estaba peor. Como había oído hablar de Jesús, se le acercó por detrás, entre la multitud, y tocó su manto, porque pensaba: "Con sólo tocar su manto quedaré curada". Inmediatamente cesó la hemorragia, y ella sintió en su cuerpo que estaba curada de su mal. Jesús se dio cuenta en seguida de la fuerza que había salido de él, se dio vuelta y, dirigiéndose a la multitud, pr