
T odo s somo s c ons c i e n t e s d e los r i n c o n e s «oscuros » de nuestro corazón que nos e n t r i s t e ce n , que no s a v e r gü e n z a n y d e s a n i m a n , q u e r ec h a za mos y desearíamos que no estuvieran ahí. Pero también somos conscientes que por más esfuerzos que hacemos para eliminarlos seguirán ahí. ¡Pareciera que se hacen más fuerte cuando más esfuerzo ponemos en que desaparezcan! Al guno s de ellos so n d e ela bo ra ci ó n propia. Muchas de las zonas oscuras de nuestro interior son el resultado de nuestras propias decisiones , a unqu e también existen otras que no lo son. Nos ocupamos por dirigir todas nuestras oraciones a ese lugar. Nos preocupamos por eliminar de nosotros toda imperfección como si estuviéramos condenados por ello. Nos sentenciamos a nosotros mismos por no ser lo suficientemente perfectos como desearíamos. Lo totalmente puros como nos gustaría. Nos castigamos por no ser perfectos, puros e inmaculados. Pero ...