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Mostrando entradas de marzo 29, 2015
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«La razón de que nada cambie es que el centro de todo sigue en mí: mis fallos, mis remordimientos, mi desaliento, mi esfuerzo…El amor exige dejar todo esto atrás, toda mi preocupación por mi persona y todos mis esfuerzos obcecados. El amor no puede ser mero resultado de la disciplina y la decisión, sino que debe fluir del corazón. Prescindiendo de la cantidad de amor que de manera natural tiendo a tener en mi corazón, no basta con eso. El amor que preciso es el amor de Dios cuando su amor se hace mío. La conversión cristiana no consiste meramente en encontrarse con el amor, ni en desarrollar nuevas ideas o valores acerca del amor, ni en comprometerse en tratar de amar; la conversión cristiana implica hacerse amor. […] La cruz nos invita a asumir el riesgo de perder nuestra vida para poder encontrarla verdaderamente (Mc 8, 35). Cristo nos enseña que el amor es dejar a un lado nuestra vida por el otro. Así es como amaba él a Dios. Preferir la voluntad del Padre a la suya para preferi
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«Si vemos a Jesús perdonar incluso en la cruz a sus asesinos, podemos confiar en que no hay nada en nosotros que Dios no perdone. La cruz no efectúa, por tanto, nuestra redención, sino que  la transmite. La cruz no es la condición para que Dios nos perdone. Por el contrario, en Jesús crucificado no vemos sólo un modelo humano para nosotros, según el cual debemos perdonarnos mutuamente, sino también una imagen del amor perdonador de Dios. En Jesús, Dios mismo perdona a los asesinos. De ahí que mirar a la cruz nos posibilite creer en el amor perdonador de Dios. Aun cuando nos rechacemos por completo a nosotros mismos, aun cuando nos juzguemos y nos condenemos, podemos estar ciertos de una cosa: Dios no nos condena. Nos perdona, lo mismo que Jesús perdonó a sus asesinos. Si realmente he incurrido en culpa, de poco me sirve que uno me asegure: “No te lo tomes tan a la tremenda. Dios te perdona”. En una situación así no puedo confiar en meras palabras. Entonces necesito mirar a la cruz
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«Tenemos que aprender a perfeccionarnos en el arte de ser pastores. El nacimiento al amor y al Espíritu arranca del encuentro con un verdadero pastor: con un discípulo de Jesús que transmite el amor, la esperanza y la fe: que llama a la vida con sus palabras, con sus actitudes y con todo su ser. Tan estrecha es la unión entre la transmisión de la palabra de Dios y el pastor, que si éste se pone a actuar como un mercenario, empezará el rebaño a dispersarse en busca de otros pastos. Si no se enseña a las gentes a orar y a penetrar en el movimiento místico del cristianismo, si no se las llama a experimentar el amor verdadero, se vuelven hacia otros pastos que no alimentan de verdad. Se apartan porque su pastor no les enseñó el modo de comunicarse con Dios, de escuchar al Espíritu, de distinguir entre lo que es de Dios y lo que no lo es. No recibieron lo esencial para mantener viva su sed de lo eterno que les hacía libres, el Espíritu de Dios que libra del temor y de la ley. Ignoran có
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«Gracias, Señor Jesús, porque defendiste el gesto de María hacia ti y no el pensar de Judas, enseñas a tus seguidores a fundamentar en el amor a ti las acciones a favor del prójimo» .

¿Qué podemos hacer en la Pasión?

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  Romper nuestro frasco de perfume de nardo puro y derramar el perfume sobre la cabeza de Jesús   Faltaban dos días para la fiesta de la Pascua y de los panes Ácimos. Los sumos sacerdotes y los escribas buscaban la manera de arrestar a Jesús con  astucia , para darle muerte. Porque decían:               «No lo hagamos durante la fiesta, para que no se produzca un tumulto en el pueblo.»               Mientras Jesús estaba en Betania, comiendo en casa de Simón el leproso, llegó una mujer con un frasco lleno de un valioso perfume de nardo puro, y rompiendo el frasco, derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús.  Entonces algunos de los que estaban allí se indignaron y comentaban entre sí:            «¿Para qué este  derroche de perfume ? Se hubiera podido vender por más de trescientos denarios para repartir el dinero entre los pobres.»               Y la criticaban. Pero Jesús dijo:               «Déjenla, ¿por qué la molestan? Ha hecho una buena obra conmigo. A los p