
En ocasiones se une indisolublemente el camino hacia Dios con el sacrificio que duele. San Ignacio, por ejemplo, entiende el sacrificio como salir de "nuestro propio sentir y querer", como un camino del amor propio al amor a Dios y a los demás. El sacrificio, en ocasiones, es necesario si queremos amar verdaderamente a alguien porque significa renunciar al propio bienestar. Pero no creemos que el sacrificio sin más sea algo necesario para amar. Los cristianos no creemos que el sacrificio geste el amor, como tampoco creemos que el castigo haga a una persona obediente. No, por lo menos de modo tan tajante. Cuando recordamos a María de los Dolores, de pie ante la cruz, intuimos el desgarrador desconsuelo de la Madre. En ese dolor que hasta puede exceder toda comprensión humana, solo se nos hace comprensible cuando entendemos que lo sostiene un amor tan grande a Dios y una entrega absoluta a su voluntad. Pero debemos tener cuidado del razonamiento que dice que “Dios hace su...