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Mostrando entradas de febrero 1, 2015
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«No se accede a él sin más por los ojos del cuerpo, sino por los de la fe, por los ojos del corazón ¿Significa esto que nuestros ojos corporales, carecen de importancia en el acceso a esa Presencia divina? No, en absoluto. Significa solamente que esos ojos nuestros necesitan una lente especial para percibir una realidad que, de otra forma, permanecería inaccesible a ellos. Una lente de contacto a través de la cual podamos mirar al mundo, a los demás y a nosotros mismos de un modo nuevo. ¿Cómo? Contemplando las raíces sagradas de las cosas . Hay dos maneras fundamentales de mirar la realidad, de situarse ante ella. La primera es plana, una mirada que no va más allá de lo que el hombre ve y puede analizar. Según esa mirada, lo real termina ahí, en lo que perciben nuestros sentidos, en lo que puede ser sometido a un análisis verificable. La segunda no se detiene ahí. Aceptando los datos que le vienen de esa primera lectura, la perfora hacia dentro de sí misma preguntándole y preguntá
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No evites mirarte a ti mismo. No eludas responderte esas preguntas vitales que te dirán quién eres, cuál es tu misión, hacia dónde caminas. La vida no es para meter la cabeza en un hoyo oscuro y permanecer inmóvil. Es para encontrarse con u no mismo, conocerse, para intimar profundamente con el que nos ha creado por Amor… y con todo este bagaje lanzarnos al encuentro de los otros, especialmente de los más necesitados. Caminamos la vida para encontrarnos con ellos. Compasivamente y con pasión por el Reino. @Ale Vallina
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«La mayoría de nosotros, que hemos sido educados en la ética judeocristiana, nos esforzamos para vivir una vida correcta. Estamos convencidos de que es preferible ser honesto, justo, abierto y amable, en vez de cruel y embaucador. Nos esforzamos por alcanzar un ideal de honestidad y cuando menos presentarnos a la vista de los demás como personas con escrúpulos, sino inclinaciones a mentir ni embaucar. Pero está también siempre el otro dentro de nosotros, el otro que mentiría y que embaucaría, al que los demás le tienen sin cuidado, porque es egoísta y avaro. Podemos tratar de vivir de acuerdo con los diez mandamientos, pero debemos recordar que éstos no serían necesarios si no existiese una tendencia a transgredirlos dentro de todos nosotros –eso es, a matar, a embaucar, a codiciar, a robar. A este otro lado más oscuro dentro de nosotros mismos podemos llamarle la “sombra. Todos tenemos un lado sombrío, un aspecto de nosotros mismos que contradice la imagen que presentamos a los
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5 de febrero, aniversario de la muerte del Padre Arrupe "Hay que sumar confianzas. Restar divisiones. Multiplicar deseos. Dividir pesimismos" Gentileza: Centro Arrupe
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«Partamos de una constatación evidente: no es lo mismo conocer una cosa que re-conocerla. El conocimiento descubre la estructura interior y exterior de las cosas, pero no dice nada sobre su sentido y su procedencia última. El re-conocimiento taladra la realidad hasta descubrirla como don de alguien para mí, para nosotros. Para conocer las cosas no hace falta la fe. Re-conocerlas en su calidad de don no es posible sin ella». José Antonio García, SJ
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“Acoger es una gracia; hacerlo no es trivial. A veces es fácil y espontáneo pero no en pocas ocasiones cuesta e implica un esfuerzo, una disposición a hacer rendir los frutos de esa gracia recibida”. Hernán Opazo Delpiano
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«La persona, tarde o temprano, suele sentirse culpable y, por lo general, desea reparar en lo posible el daño cometido y, de ese modo, recuperar su sentido de integridad personal, importante componente de su autoestima. Para lograr este fin no basta con reconocer nuestra responsabilidad y decirle al perjudicado que lo lamentamos; hay que actuar coherentemente y “desfacer el entuerto” en la medida de lo posible, so pena de que el sentido de culpabilidad siga royendo, de manera más o menos soterrada, nuestra autoestima». José-Vicente Bonet, SJ
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Señor, déjame ir contigo sólo quiero caminar detrás, pisar donde pisas mezclarme entre tus amigos. Recorrer esas aldeas que habitan los olvidados los que no recuerda nadie ver como los recuperas. Quiero escuchar tu palabra simple y preñada de Dios que aunque a muchos incomode a tanta gente nos sana. Quiero sentarme a tu mesa comer del pan compartido que con tus manos repartes a todos los que se acercan. Y un día tocar tu manto como esa pobre mujer suave, sin que tú lo notes arrancarte algún milagro. Esa que todos marginan se atreve a abrazar tus pies y derrama su perfume porque en Ti se ve querida. Que de tanto ir junto a Ti pueda conocerte más, Tu seas mi único amor y te siga hasta morir. Javi Montes sj.