«Revestirse por dentro»
   En cada rincón del evangelio resuena ininterrumpidamente el  deseo de Dios; ¡Alégrense! Basta con prestar atención a cada palabra y  cada gesto de Jesús, para descubrir que el deseo de que seamos felices  subyace en todo lo que hace y dice al hombre.   El  hombre es liberado, es salvado, es rescatado, es amado por Otro. No se  da el ser a sí mismo, sino que lo recibe de Otro. No se basta a sí mismo  necesita de Alguien. No se reconoce como tal si no en relación a Otro.  No pronuncia palabra si no escucha hablar a Otro. Tal es nuestra  referencia a Otro,  que en nuestro interior se libra una de las batallas  más larga y constante: la de vivir encerrados en nosotros mismos o de  abrirnos a los demás.   Y precisamente esto es lo  que ocurre en todo el evangelio: un Dios que enseña al hombre a salir de  sí mismo para ir al encuentro del otro. La herida del pecado hace que  tengamos arraigados la tendencia de centrar toda nuestra  existencia en torno a nuestro ombligo como si buscára...