
"¿Cómo puede decir Jesús que son felices los pobres, los que lloran, los perseguidos, los desprestigiados..., cuando el sentido común califica de felices a los millonarios, a los que ríen, a los que disfrutan de prestigio y libertad? Se sobrentiende que si alguien no tiene dinero, libertad, prestigio, etcétera, pero tiene a Dios, entonces lo tiene todo, bienaventurado, plenitud de bien porque 'a quien tiene a Dios, nada le falta'. Estas cosas, entendidas intelectualmente, resultan insostenibles y hasta absurdas. Pero ¿qué sabe la cabeza? Sólo se sabe lo que se experimenta. Para entender el Evangelio, hay que vivirlo. Para entender a Dios, hay que 'vivirlo'. Sí, las cosas de Dios sólo se entienden viviendo, y es entonces cuando dejan de ser paradojas. Nunca la gente de la sociedad de consumo había tenido tantas satisfacciones como hoy, y nunca, sin embargo, se sintió tan insatisfecha. Si santa Teresa dice que 'quien a Dios tiene, nada le falta', cualq...