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Mostrando entradas de mayo 18, 2014
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¿El hijo pródigo por qué? Si no es el evangelio correspondiente a este domingo. Porque sí...Es que,acaso, ¿tiene que existir siempre un por qué? Es que todos somos hijos pródigos y cada vez que nos desviamos del camino, añoramos volver a c asa y recibir el perdón del Padre. Por eso esta pequeña reflexión. Lo maravilloso del Padre es que no espera a que su hijo se arrepienta. Apenas lo ve, corre a su encuentro. Con ansias se precipita para llegar hasta él…Su único deseo es fundirse con ese hijo en un abrazo interminable. Decirle cuánto lo ama y cuánto lo ha echado de menos. Corre desesperadamente a pesar de los achaques de la edad y cuando lo ve acercarse tan cansado y sucio, por el camino polvoriento, lo abraza, lo cubre de besos...y lo acaricia hasta con la mirada. Sabe de sobra que ese hijo es débil y esto lo hace amarlo más todavía. Ha vuelto a la vida el hijo que estaba muerto…Hay clima de fiesta. Hay mucho amor para compartir…y tanto para agradecer. @Ale Vallina
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Luz de Dios,  disipa la tiniebla de mis dudas  y guíame.  Fuego de Dios,  derrite el hielo de mi indiferencia  y abrásame.  Torrente de Dios,  fecunda los desiertos de mi vida  y renuévame.  Fuerza de Dios,  rompe las cadenas de mis esclavitudes  y libérame.  Alegría de Dios,  aleja los fantasmas de mis miedos  y confórtame.  Aliento de Dios,  despliega las alas de mi espíritu  y lánzame.  Vida de Dios,  destruye las sombras de mi muerte  y resucítame.  Ven, Espíritu Paráclito,  Espíritu creador y santificador,  Espíritu renovador y consolador,  Espíritu sanador y pacificador.  Ven y concede hoy a tu Iglesia,  reunida en el Cenáculo con María,  la experiencia de Pentecostés Ángel Sanz Arribas
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M aría, nombre de mujer, nombre de madre, porque un día, una joven muchacha de Palestina, acogió el deseo de Dios, sin cálculos ni discusiones, movida por el tremendo impulso del amor sin condiciones. María, tú dices en ti lo mejor que yo tengo. María, una mujer como todas las mujeres del mundo, hecha de lágrimas, de sudor y de sangre. En tu cuerpo, limpio de toda maldad, Dios ha venido a hacer su nido para escribir con letras de carne la promesa tan esperada. María, tú vives en ti lo mejor que yo vivo en mí. María, madre del sufrimiento y del dolor, madre de las rupturas y de las separaciones, madre rota en lo más profundo del corazón, tú nos haces nacer en la cruz, cruz que da, como un árbol, el fruto maduro de Dios, el fruto de tus entrañas. María, enséñame a nacer a la vida. Mujer entre todas las mujeres, reaviva en mí la esperanza que se adormece. Fritz Westphal
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Dios está por encima tuyo para bendecirte,  debajo para sostenerte, delante para orientarte detrás para protegerte... y a tu lado siempre para acompañarte...
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Hoy, más quizá que en un cercano pasado, se nos ha hecho claro que la fe no es algo adquirido de una vez para siempre, sino que puede debilitarse y hasta perderse, y necesita ser renovada, alimentada y fortalecida constantemente. De ahí que vivir nuestra fe y nuestra esperanza a la intemperie "expuestos a la prueba de la increencia y de la injusticia", requiera de nosotros más que nunca la oración que pide esa fe, que tiene que sernos dada en cada momento. La oración nos da a nosotros nuestra propia medida, destierra seguridades puramente humanas y dogmatismos polarizantes y nos prepara así, en humildad y sencillez, a que nos sea comunicada la revelación que se hace únicamente a los pequeños. Pedro Arrupe S.J.
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Hacer silencio, ponerse a la escucha, y quizás hablar. A la escucha y hablar: esto es sin duda un resumen de lo que es la oración. El diálogo es una palabra actualmente muy de moda. Y, en realidad, la oración es un diálogo. Se dialoga con alguien. Alguien vivo. Alguien que es Dios. Alguien vivo pero que es invisible y que es preciso descubrir en la fe. Témoignage d’une Clarisse, Promesses 19, 37
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Todo nos llega de Dios. Las caricias, la bondad, los dones y los talentos. Todo es regalo que llega de lo alto y cae sobre nosotros como llovizna que acaricia. El buen Dios trabaja en cada uno de nosotros con una dedicación impecable, mo viéndonos al bien, a la justicia y al amor esperanzado. Si no alcanzamos a vivir en esas virtudes es siempre por habernos “corrido” de su camino… Nos ha regalado un planeta, con mares y ríos, con montañas, desiertos, llanuras e inmensas playas. Ha puesto a nuestra disposición flores multicolores, árboles que albergan pájaros, animales pequeños y enormes que surcan las aguas, los cielos y la tierra. Está en nuestras mañanas, en los atardeceres y en las noches. Habita nuestra mente, sensibilidad y voluntad. Nos quieres vivos hoy y siempre, deseosos de que amemos y sirvamos al prójimo… Tiene para cada uno una historia de salvación que descubrimos cuando nos ponemos a orarle con genuinos deseos de encuentro. Su amor se manifiesta en todo lo que nos dona.
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“... la verdad fundamental sobre el ser humano no es tanto su condición de creatura cuanto que esta creatura es infinitamente amada por Dios”. P. Tony Mifsud S.J.
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Tan sencillo y tan misterioso a la vez.
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"¿Qué tienes que no hayas recibido?". 1, Cor 8, 1
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Orar significa abrirnos siempre a la sorpresa de un Dios siempre nuevo que nos hace -cuando le dejamos encontrarnos- nacer otra vez, no con menos dolor e intensidad que la primera. Piensa, pregúntate y ora....¿Recibes a Dios tal como Él quiere hacerse cercano o le vistes tú de los trajes que más te complacen? ¿Estás dispuesto a recibir un Dios todo amor, pero también todo sorpresa y desconcierto? Miguel Márquez 
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Es la paciencia de la araña que vuelve a empezar indefinidamente su tela cada vez que la ve destruída. Es una tenacidad, íntima, secreta y dócil, en los antípodas de la testarudez, de la rigidez o del entusiasmo. Es una virtud profundamente humilde, y recíprocamente la humildad es profundamente perseverante, no se desanima nunca. Sólo el orgullo y solo él es el que se desamina. M. Molinié
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El Evangelio dice más bien que no tiene vida en sí mismo - vida verdadera -, quien no sale de su camino - de su modo de vida -, para aproximarse a quien tiene necesidad de ser ayudado, herido al borde de los caminos (Lc 10,25,37). Peter Hans Kolvenbach S.J., "La Opción por los Pobres Ante el Reto de la Superación de la Pobreza”
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Jesús dice en el evangelio que el mayor mandamiento de la ley es  «amar a Dios con todo el corazón, y al prójimo como a uno mismo ». Este mandato de Jesús no siempre se vive en total armonía... En demasiadas ocasiones confundimos o mal interpretamos el mandato único que haces Jesús. El mandato es a «amar» en una triple relación:  a Dios, al prójimo y a uno mismo. Me sorprende cuando escucho que algunos dicen que aman a Dios “por sobre todas las cosas” pero son incapaces de manifestar amor al prójimo... O quiénes dicen o se muestran muy caritativos y solidarios con los demás, pero consigo mismo son lapidarios y despiadados. La polarización de una de las relaciones en detrimento de las otras dos quiebra y contradice el mandamiento del amor del que habla Jesús en el evangelio. P. Javier Rojas, sj
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«No “pierdas” el tiempo»

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«No se turbe su corazón; crean en Dios, crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no fuera así, se lo hubiera dicho; porque voy a preparar un lugar para ustedes. Y si me voy y les preparo un lugar, vendré otra vez y los tomaré adonde Yo voy; para que donde Yo esté, allí estén ustedes también. Ya conocen el camino a donde voy. Señor, si no sabemos adónde vas, ¿cómo vamos a conocer el camino? Le dijo Tomás. Jesús le dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por Mí”. Si ustedes me hubieran conocido, también hubieran conocido a mi Padre; desde ahora lo conocen y lo han visto. Señor, muéstranos al Padre y nos basta," Le dijo Felipe. Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo he estado con ustedes, y todavía no me conoces, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: muéstranos al Padre'? ¿No crees que Yo estoy en el Padre y el Padre en mí? Las palabras que yo les digo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que