Todo nos llega de Dios. Las caricias, la bondad, los dones y los talentos. Todo es regalo que llega de lo alto y cae sobre nosotros como llovizna que acaricia. El buen Dios trabaja en cada uno de nosotros con una dedicación impecable, moviéndonos al bien, a la justicia y al amor esperanzado. Si no alcanzamos a vivir en esas virtudes es siempre por habernos “corrido” de su camino…
Nos ha regalado un planeta, con mares y ríos, con montañas, desiertos, llanuras e inmensas playas. Ha puesto a nuestra disposición flores multicolores, árboles que albergan pájaros, animales pequeños y enormes que surcan las aguas, los cielos y la tierra. Está en nuestras mañanas, en los atardeceres y en las noches. Habita nuestra mente, sensibilidad y voluntad. Nos quieres vivos hoy y siempre, deseosos de que amemos y sirvamos al prójimo…
Tiene para cada uno una historia de salvación que descubrimos cuando nos ponemos a orarle con genuinos deseos de encuentro. Su amor se manifiesta en todo lo que nos dona.
¿Cuánto para agradecerte Señor! ¡Cuántos regalos! ¡Cuánta vida puesta a nuestra disposición para hacerla crecer, para que fructifique y de abundantes frutos!…
Te sugiero ahora que por unos instantes cierres los ojos y te quedes contemplando con tu corazón todo lo que has recibido de Dios: tus talentos, tu familia, tus deseos, la fe, los amigos, el trabajo, la vocación y tanto más…
Tómate tiempo para descubrirlo en todo y en todos.
Termina dando gracias por tanto bien recibido.
Culmina con un Padre Nuestro pronunciado con lentitud para saborear cada frase y cada palabra.
@Ale Vallina

Comentarios

Julia L. Pomposo ha dicho que…
Amo a Dios y su sabiduría y bondad, aunque tengo que confesar que a veces no entiendo porque ocurren ciertas cosas en el mundo, si no cae una sola hoja de un árbol sin su consentimiento. Pero creo firmemente, que sus razones tendrá.
Abrazos