Señor, cuando Tú extiendes tus brazos
me rodeas con ellos
es que puedo hablarte de mí
sabiendo que me escuchas.
Tu respuesta es dejar el alma con gozo, 
con una sensación nueva,
prueba de tu acogida y de tu presencia.
No eres un Padre ausente, lejano, ni indiferente.
Hernán Opazo Delpiano.

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