Ser feliz no es tener una vida perfecta. Ser feliz es reconocer que la vida vale la pena vivirla, a pesar de todas las dificultades.
Con esta certeza comenzamos este nuevo día que Dios nos regala. Con alegría, con gratitud, con oración.
Nos encomendamos a María Reina, Madre de Dios y nuestra, para que guíe nuestros pasos en el día de hoy.

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