Llevar a Cristo a los demás es un objetivo de la misión, pero a condición de que no nos creamos poseedores en exclusiva de la verdad ni propietarios del Cristo universal. Aquel que queremos 
llevar a los demás nos precede en los corazones de éstos y, en la medida en que sepamos descubrirlo en ellos, podremos, llegado el momento, nombrarlo...
Jean-Claude Dhôtel, SJ

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