Hambrientos de amor




Con Jesús por la mañana.  “Sentirse no amado, no reconocido, olvidado por todos, pienso que es un hambre mucho más grande, que la de la persona que no tiene nada para comer” (Beata Madre Teresa de Calcuta). Y tal vez ese dolor del corazón sea el hambre de las grandes ciudades en las que pasamos muy a prisa, sin detenernos en el rostro del que necesita ser mirado, reconocido y valorado por otro. Ofrezco mi día al Sagrado Corazón por las intenciones del Papa. Hoy me detendré a mirar con ternura y cruzar la mirada de las personas que encuentre.

Con Jesús durante el día.  «El que ha puesto la mano en el arado y mira atrás no es apto para el reino de Dios» (Lc 9, 62) Nuestra fe nos llama a detenernos ante la necesidad del hermano que está necesitado. ¿Te detendrás?

Con Jesús por la noche.  Agradezco el día a Jesús. ¿Pude cultivar hoy actitudes de encuentro con el otro? ¿Se han sentido valoradas por mí las personas con las que compartí mi día? Pido perdón. Mañana viviré con más detenimiento y pausa. Sagrado Corazón de Jesús yo me entrego a Vos por María.

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