Jesús rompe las cadenas para hacernos andar. Nadie puede decir: Jesús Salvador, ten piedad de mí, sin oír a continuación: Ven, yo soy; yo haré de ti un pescador de hombres (Le 5,1-11). Además nadie puede trabajar en la obra de Cristo si antes no se reconoce pecador. Súplica de pecador y oración de ofrenda no son sino una única y misma oración.

Jean Laplace sj

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