Al encontrarnos con los hambrientos, desnudos, emigrantes, enfermos y encarcelados, hemos visto al Señor. A la luz de esta desconcertante manera de juzgar el valor de la vida humana, que no es medida por el encuentro con los primeros, como solemos hacer habitualmente, sino con los últimos, intentamos afinar nuestra mirada para ver ya hoy lo que en ese momento definitivo veremos con absoluta nitidez. (Benjamín González Buelta, SJ)

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