"Señor, no soy digno de que entres en mi casa...pero una palabra Tuya bastará para sanarme.”


Convéncete. No es solo una frase.
La Palabra de Dios es siempre vivificante cuando entra en el corazón. Derrumba prejuicios, tiende puentes, acaricia y consuela. Da de comer al hambriento y de beber al sediento. Educa, sostiene y da vida. Perdona, alegra y conforta. 
Somos indignos pero amados…Profundamente amados. 
@Ale Vallina.

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