«El no creer condena»

 
 No podemos negar que el infierno y la condena eterna, han sido dos de los grandes pilares que durante mucho tiempo has surcado nuestros libros de catecismo y las predicaciones en nuestras iglesias.
La condena y el infierno han torturado las conciencias de muchos cristianos durante generaciones y generaciones. Esta concepción enferma de la fe construyó un dios sádico que observaba  impávido nuestras actitudes siempre dispuesto a castigar las malas acciones.
Pero el desarrollo de la humanidad nos ha revelado una gran verdad: y es que, la  mirada que el ser humano tiene sobre Dios es reflejo de la concepción que logra tener de sí mismo. Según la comprensión que tiene de sí mismo, construye una imagen de Dios que muchas veces no responde a la realidad divina.
Cuanto más inútiles nos enseñaron a reconocernos por alcanzar nuestras metas más sádico ha sido el dios que supimos construir. Cuanto más capaces nos hemos reconocido de conseguir lo que deseábamos más inútil vemos la necesidad de creer en Dios.
Esta mirada tan polarizante de nuestra fe debe alcanzar la madurez y aprender a convivir con Dios. El hombre de hoy debe animarse a creer en Dios y también en sí mismo.
Martín Descalzo en uno de sus libros “Razones desde la otra orilla” dice: 
Yo estoy convencido de que los hombres no servimos para nada, para casi nada. Cuanto más avanza mi vida, más descubro que pobres somos y como todas las cosas verdaderamente importantes se nos escapan. En realidad es Dios quien lo hace todo, quien puede hacerlo todo...Tal vez nosotros ya haríamos bastante con no enturbiar demasiado el mundo.
Por eso, cada vez me propongo metas menores. Ya no sueño con cambiar el mundo, y a veces me parece hasta bastante con cambiar un tiesto de sitio. Y, sin embargo, otras veces pienso que, pequeñas y todo, esas casillas que logramos hacer podrían llegar a ser bastante importantes. Y entonces, en los momentos de desaliento, me acuerdo de una oración de cristianos brasileños que una vez escuché y que no he olvidado del todo. Pero reconstruida ahora para mi, podría decir algo parecido a esto:
- Si, ya sé que Sólo Dios puede dar la vida; pero tú puedes ayudarle a transmitirla.
- Sólo Dios puede dar la Fe; pero tú puedes dar tu testimonio.
- Sólo Dios es el autor de toda esperanza; pero tú puedes ayudar a tu amigo a encontrarla.
- Sólo Dios es el camino; pero tú eres el dedo que señala cómo se va a Él.
- Sólo Dios puede dar el amor; pero tú puedes enseñar a otros cómo se ama.
- Dios es el único que tiene fuerza, la crea, la da; pero nosotros podemos animar al desanimado.
- Sólo Dios puede hacer que se conserve o prolongue una vida; pero tú puedes hacer que esté llena a vacía.
- Sólo Dios puede hacer lo imposible; Sólo tú puedes hacer lo posible.
- Sólo Dios puede hacer un sol que caliente a todos los hombres; Sólo tú puedes hacer una silla en la que se siente un viejo cansado.
- Sólo Dios es capaz de fabricar el milagro de la carne de un niño; pero tú puedes hacerle sonreír.
- Sólo Dios hace que bajo el sol crezcan los trigales; pero tú puedes triturar ese grano y repartir ese pan.
- Sólo Dios puede impedir las guerras; pero tú puedes no pelear con tu mujer o tu hermano.
- Sólo a Dios se le ocurrió el invento del fuego; pero tú puedes prestar una caja de cerillas.
- Sólo Dios da la verdadera y completa libertad; pero nosotros podríamos, al menos, pintar de azul las rejas y poner unas flores frescas en la ventana de la prisi6n.
- Sólo Dios podría devolverle la vida del esposo a la joven viuda; tú puedes sentarte en silencio a su lado para que se sienta menos sola.
- Sólo Dios puede devolverle las fuerzas a un anciano; tú puedes demostrarle que no está solo y que sus opiniones te siguen interesando.
- Sólo Dios puede inventar una pureza como la de la Virgen; pero tú puedes conseguir que alguien, que ya las habría olvidado, vuelva a rezar los tres Ave Marías.
- Sólo Dios puede salvar el mundo porque Sólo Él salva; pero tú puedes hacer un poco más pequeñita la injusticia de la que tiene que salvarnos.
- Sólo Dios puede hacer que le toque la lotería a ese pobre mendigo que tanto la necesita; pero tú puedes irle conservando esa esperanza con una pequeña sonrisa y un «mañana será».
-En realidad, ya yes que Dios se basta a sí mismo; pero parece que prefiere seguir contando contigo, con tus nadas, con tus casi-nadas...
Dice el evangelio de Juan «El que cree en Él, no es condenado, el que no cree, ya  está condenado, porque no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios»… que de otra manera sería así: El que cree, en lo que Dios es capaz de hacer en él, no se pierde, no se extravía, pero el que no cree en lo que Dios es capaz de hacer por mediación suya, ya ha perdido…hasta la esperanza…
Pidamos a Dios la gracia de confiar en lo que Él puede hacer por intermedio nuestro. Así sea.

P. Javier  Rojas sj




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