Señor amado con un infinito amor
decidiste que yo exista.
Me diste un lugar en este mundo
porque tu lo quisiste.
Y me llenaste de capacidades.
Así como soy,
tengo una belleza única
que tu valoras y aprecias.
Ayúdame a quererme,
a respetarme,
a reconocer mi valor,
aunque los demás no lo vean.
Dame libertad interior,
para no depender de la opinión ajena,
para dar lo mejor de mí,
sin esperar aplausos.
Dame tu fuerza divina
para que nada me derribe,
para seguir adelante
y desarrollar mis dones
con serena alegría,
con firme esperanza.
Amén.
Víctor Manuel Fernández

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