Señor de la luz que no decae!
Queremos exhumarte en la profundidad de nuestra herida historia, en sus cicatrices que no dejamos de tocar para incendiarnos los dedos, y saber curar la miseria y la costra de indignidad que se nos queda pegada...
Que nos lamentemos de no hacer lo suficiente, de no compartir lo que somos, de no compadecer con nuestra frágil promesa de hacernos y ser en verdad hermanas, hermanos y madres...
Xavier Quinzá Lleó

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