Desata mis manos y libera mi corazón de su indolencia. Libérame de la pereza que se disfraza de actividad cuando no se me pide ser activo, y de la cobardía que se empeña en acciones inútiles para escapar de las que le son costosas.
Dame, por el contrario, la fuerza para empeñarme en servirte en paz y silencio. Dame la humildad en que reside el único descanso, y libérame del orgullo, que es la más pesada de las cargas. Que todo mi corazón y toda mi alma se vean penetrados por la simplicidad de tu amor. Llena toda mi vida del único pensamiento y del único deseo de ese amor.
Thomas Merton

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