María, madre de Jesucristo y madre Nuestra, tu que estás junto a nuestras cruces como permaneciste junto a la de Jesús, sostén nuestra fe, para que aunque estemos inmersos de dolor, mantengamos la mirada fija en el rostro de Cristo en quien, durante el sufrimiento extremo de la cruz se manifestó el amor inmenso de Dios. Madre de nuestra esperanza, danos tus ojos para ver más allá del sufrimiento y de la muerte, la luz de la resurrección. Danos un corazón sensible para seguir amando y sirviendo también en medio de las pruebas. María Madre, Virgen de los Dolores, ruega por nosotros para que cuando el dolor nos visite logremos decir: “Hágase tu voluntad”

Amen

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