Cada mañana es una nueva oportunidad, un regalo de Dios. Momento propicio para agradecer y también para preguntarnos qué debemos cambiar en nuestras vidas para ser más felices, para brindarnos a pleno a los hermanos, para crecer…
Les propongo sentarse en una posición cómoda. Cerrar los ojos. Hacer unas cuantas inspiraciones y expiraciones delicadas y luego de la señal de la cruz repetir “Gracias Señor”…Cuando sientas que tu gratitud ha brotado hasta empapar por completo tu alma, cambias el mantra, por el de “moldéame Señor”. Recuerda respirar con lentitud…Si te viene un pensamiento, no luches contra él. Vuelve a tu mantra con serenidad y con humildad. Puedes recorrer las últimas vivencias e imaginar cómo el Alfarero amasa tu vida hasta hacerla a su parecer.
Finalmente, termina con las palabras que en este Adviento le decimos a Jesús: “Ven Señor a mi vida”. Lléname con tu Espíritu”. Puedes permanecer unos cuantos minutos más repitiendo este mantra…
Te aseguro que comenzarás la jornada más relajado, con atención plena y más dócil a la voluntad de Dios.
Puedes terminar con un Padre Nuestro. Y…adelante!! El día es tuyo. De la mano de Jesús nada puede salir mal.
@Ale Vallina.

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