Si nos piden ayuda hoy, nuestras manos deben estar dispuestas a auxiliar hoy. No dilatemos la amorosa acogida al hermano que sufre. Si eludimos la parte de responsabilidad en el bienestar común o si nos conformamos con solamente enunciar que en “todo hay que amar y servir” llegará el momento en el que no podremos sostener nuestra propia mirada en el espejo.
El que nos pide socorro, ayuda o acompañamiento no espera que seamos perfectos sino que seamos humanos…Tampoco recurren a nosotros porque usamos las palabras precisas o el modo políticamente correcto. Lo que desean es que un corazón se les acerque para darles calidez y ternura, y tal vez nuestra cercanía sea el momento en el que sientan vivamente la presencia de Dios a su lado…
Estamos dispuestos a servir donde el Padre nos pide servicio?
@Ale Vallina.

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