Amar al propio "rebaño" no es atracarle de golosinas. Es estar diespuesto a sacrificar la propia reputación y a sacrificarse a sí mismo. Es comprometerse con él, y no esconderse tras de una ley o bajo cualquier pretexto para esquivar el compromiso.
El "rebaño" nota muy pronto si alguien se entrega a él de verdad; si está abierto y dispuesto siempre a escuchar. Un pastor que no permite a sus ovejas llamar a su puerta más que de dos a cuatro, del martes al viernes, no es un buen pastor. La gente vendrá el sábado, entre la medianoche y la una de la madrugada. Siempre vendrán cuando uno no quisiera que viniesen, cuando uno está ocupado o en medio de la noche; porque es que lo están pasando mal; y vendrán, si saben que el pastor siente una honda preocupación por ellos y por sus necesidades. El buen pastor está siempre a disposición de recibirles; abierto siempre porque siente inquietud por sus ovejas, y dispuesto a dar su vida. El buen pastor no tiene vacaciones; cuando descansa, sostiene a su pueblo.

Jean Vanier

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