"He plantado mi fe en ti como un árbol junto a un manantial, y me es imposible pensar que a mis raíces puede faltarles la savia. He sentido demasiadas veces que me llevas en tu seno, como lleva una madre a su hijo, como para temer que me olvides o me dejes caer. He escuchado demasiadas veces tu silbo de pastor congregando a tu rebaño, buscando a las ovejas perdidas, llevando sobre tus hombros a las recién paridas o a las enfermas, como para ser capaz de imaginar que vas a dejar a tu rebaño perderse entre la niebla. Te he visto trabajando con tanto amor en el Adán que creaste, modelando su arcilla entre tus dedos, como para herirte con la sospecha de que puedas abandonar la obra de tus manos…"[...]
"No sé cómo va a ser mi final, Abba, ni el de aquellos que me siguen, y quizá lo último que escuches de mi garganta sea un grito. Como mis hermanos, estoy envuelto en una flaqueza que me hace en todo semejante a ellos, menos en la desconfianza. Pero estoy seguro de que, por debajo de mi queja, Tú sabrás acoger el abandono incondicional con el que, también en ese momento, seguiré poniendo confiadamente mi vida entre tus manos."
Jesús.
Dolores Aleixandre

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