La espiritualidad ignaciana encuentra su fuente en la propia experiencia de San Ignacio, plasmada de forma magistral en los Ejercicios Espirituales. Los pilares de la espiritualidad ignaciana, sobre los que se articulan la vida de los jesuitas, el proyecto y la misión de la Compañía de Jesús, son:

1.- Buscar y hallar la voluntad de Dios sobre mi vida. No lo más perfecto objetivamente, sino lo que Dios quiere de mí.

2.- Ensanchar el corazón a las dimensiones del mundo, pero aterrizando en lo concreto para no perderme en vaguedades o en ideales irrealizables.

3.- Conocer mi realidad lo más ampliamente posible. De ahí, mucho examinar cada situación y también examinarme.

4.- Discernir, a la luz de la oración y de la razón iluminada por la fe, cómo puedo mejorar esa realidad para hacerla más evangélica.

5.- Encontrar a Dios en todo lo creado, siendo contemplativos en la acción o unidos con Dios en la acción.

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