El hombre que nunca ha desarrollado un conocimiento personal profundo sobre Dios estará encerrado en las profundidades del conocimiento personal sobre sí mismo.
Si fracasamos en el conocimiento de Dios, no podremos conocemos a nosotros mismos, ya que Dios es el único contexto en el que nuestro ser tiene sentido. De igual modo, las personas que temen analizarse a fondo, desde luego que van a temer igualmente analizar a Dios. Para dichas personas, las ideas sobre Dios constituyen un sucedáneo de la experiencia directa de Dios.
Por tanto, el conocimiento de Dios y el conocimiento de uno mismo son interdependientes. Ninguno de ellos puede avanzar demasiado sin el otro. Paradójicamente, llegamos a conocer mejor a Dios, no cuando nos fijamos en Él de forma exclusiva, sino cuando nos fijamos en Dios y luego nos examinamos a nosotros mismos... y a continuación consideramos otra vez a Dios y volvemos luego a analizamos a nosotros mismos de nuevo. Ésta es también la mejor forma de llegar a conocemos mejor a nosotros mismos. Llegamos a conocer tanto a Dios como nuestra identidad personal casi en su totalidad, si nos basamos en la relación de cada uno de ellos con respecto al otro. (David G. Benner - El Don de ser tú mismo)

Comentarios