“A cada día le es suficiente su propio esfuerzo”... Todo lo demás es ansiedad que nos quita la paz y nos impide vivir lo que tenemos que vivir.
Es tan esencial en nosotros la búsqueda de lo absoluto, que vivimos alternando entre eternizar el momento de dicha y eternizar el momento de dolor.
Cuando absolutizamos el momento de dicha vivimos temiendo su fin. Cuando absolutizamos el momento de dolor vivimos temiendo que no acabará nunca.
Es de sabios saber lo que es obvio y recordarlo: todos los días tienen su noche y todas las noches tienen su día.
Cuando nuestro espíritu es capaz de detenerse en estas verdades, tomamos conciencia de que más allá de problemas y alegrías vivimos inmersos en un insondable misterio.
 La única sabiduría ante el misterio es la aceptación: el acto más lúcido, valiente y cordial de que es capaz la razón humana.
Solamente los rebeldes que lo son hasta las últimas consecuencias, son capaces de llegar a la serenidad consciente de la aceptación.
Hemos perdido la noción del tiempo porque hemos multiplicado y desmedido el deseo del deseo. Ya no tenemos tiempo ni para disfrutar de lo alcanzado.
El deseo es fuente de energía. Pero hay deseos y deseos; y cuando enloquece es capaz de destrozar la vida que debe movilizar hacia más vida.
Cuando aprendemos a vivir nuestros tiempos, descubrimos normalmente la experiencia maravillosa del abrazo cósmico... y en él la certeza de que no estamos solos. 
 Julio César Labaké

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