Tenemos que permanecer en Jesús. Acoger su Palabra y confrontarnos con ella, personal y comunitariamente. ¿Cómo era el estilo de Jesús? ¿Cómo era su relación con las personas? ¿Cuáles eran sus preferencias? ¿Qué imagen de Dios transmitía? ¿Al servicio de quién puso la tradición religiosa de su Pueblo? ¿Quién era el absoluto en su vida?
Tenemos que permanecer en Jesús. Frecuentar los sacramentos, también el sacramento del pobre y del empobrecido. La celebración de la Eucaristía tendría que ser como el chute semanal, como la transfusión de la sangre de Jesús que corre por nuestras venas. La Eucaristía es fuente de vida… si le dejamos. Aunque sea percibida como un rito vacío y una celebración tediosa, también para los “de casa”, al interior de la comunidad cristiana, tenemos que permanecer en Jesús…sin Él no podemos hacer nada. Permanecer en Jesús.
P. Angel Mª Ipiña, csv

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