Movámonos de manera tranquila y confiada; estemos contentos. No intentemos estar demasiado pendientes de nuestro propio movimiento y no pidamos que todo sea seguro. Primero, vivamos en Cristo, totalmente abiertos a su Espíritu, sin preocuparnos de la seguridad institucional, libres de toda preocupación por estructuras ideales que nunca serán construidas, y conformémonos con la Noche Oscura de la fe, la única en la que realmente estamos seguros, porque somos verdaderamente libres.
Thomas Merton

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