Fue Nietzsche, el que dijo aquello de que: "Si quieres volverte sabio, primero tendrás que escuchar a los perros salvajes que ladran en tu sótano". Nosotros, los cristianos, podríamos darle una vuelta más de rosca a esta aseveración, y decir que si deseamos ser la mejor versión de nosotros mismos, y nos urge llevar a la práctica el proyecto que Dios gestó para cada uno de nosotros desde toda la eternidad, deberemos reconocer todo lo inservible, descuidado y dañino que hemos acumulado en nuestro sótano durante largo tiempo. Es evidente a todas luces que, lo que nos resistimos a reconocer, termina enquistándose en nuestra vida, hasta convertirse en una especie de tumor de difícil extracción.
Lo sano no es quedarnos en ese subsuelo atrapados allí para siempre, mirando con ojos agobiados todo el mal cometido. Tampoco regodearnos en la culpa enfermiza y en el desaliento.
Para ayudar a construir el Reino, deberemos “reconstruirnos” primero a nosotros mismos. Esto implica reconocer lo que no está bien, lo que no es agradable a Dios y lo que nos aleja del plan de amor del Padre...
La buena noticia es que estamos a tiempo de ordenar, limpiar y modificar todo aquello que nos impide ser libres, felices, hermanos, amigos, solidarios, honestos, íntegros…
La lista sigue...El tiempo es hoy. Y nuestro compañero es Jesús.
@Ale Vallina.

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