El amor al prójimo es la manera más concreta de “retribuir” a Dios su amor. El servicio al prójimo no es la búsqueda de amor sino respuesta de amor. No debo servir a los pobres o ser solidarios con los más necesitados para sentirme bien o útil. No voy hacia ellos a buscar que me “suban la autoestima”. El prójimo no es objeto. Es el hermano. Y amar al prójimo es reconocer y apreciar, valorar y maravillarse ante la obra creadora de Dios. En el prójimo, nuestro amor a Dios es auténtico.
P. Javier Rojas sj

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