«La acción de Dios no se da sólo en el momento de la Eucaristía. De hecho, la convicción, la certeza, la experiencia que tienen los cristianos es que Dios actúa, actúa siempre, permanentemente, en la historia humana. También en mi vida. Sin  esa convicción no se entiende nada. Actúa evidentemente, cuando tú le dejas actuar. Cuando le dejas espacio vital para que lo haga, cuando le das tiempo para que sea Él, y no tú, quien se comunique. Hay, pues, una premisa previa: Dios actúa a través de  las personas, de ti, de él, de los demás…Dios convierte tú día a día en un paso transformador: actúa transformando la propia existencia. A cada uno de los participantes de la Eucaristía se le pide, no sólo que toque la guitarra, que cante, que lleve las ofrendas, sino que sea capaz de dar este paso de la muerte a la vida, que sea “capaz de resucitar”, abierto a ser transformado. Ser transformado por Dios»

                                                                                                              Francesc Grané

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