En nuestros contextos cotidianos el problema es más profundo que cambiar de acento en nuestro lenguaje: se trata de algo más serio, de “cambiar de Dios” y descubrir un Dios diferente que se parezca más al Dios de nuestro Señor Jesucristo. Se trata de descubrir que se ha producido un cambio, que se nos ofrece una nueva manera de relacionarnos con el Dios tierno, clemente y misericordioso. Es la revolución de la ternura.
Xavier Quinzà Lleó

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