Edificar una espiritualidad sana



Hay gente que cree que para ser cristiano deben conjugar los “No…” de los diez mandamientos, cuando en realidad la fe cristiana es una gran afirmación; “SI”. Resulta difícil construir una vida espiritual sana solamente evitando hacer el mal, cuando no se ha decidido hacer el bien. Y si por esas casualidades se construyen vidas sobre la base de la represión y la prohibición con el tiempo se vuelven insostenibles, y el daño resulta siendo peor. ¡Cuánta gente vive su fe como si estuviera temiendo todo el tiempo que “algo se escape”! Es triste encontrarse con personas que en lugar de testimoniar la alegría del evangelio comunican temor, miedo y castigo. Viven con la espada de Damocles sobre sus cabezas.

La fe del evangelio es otra cosa. Es una afirmación. Los “no” de la ley necesitan ser re-interpretados desde el valor profundo que pretenden custodiar. En realidad, detrás de cada prohibición existe una invitación de Dios a elegir hacer el bien. Para edificar una vida espiritual sana es necesario elegir el bien y no limitarse solamente a evitar “hacer el mal”.  Por ejemplo, hay personas que se proponen dejar de hablar mal de los demás pero nunca pensaron que tal vez la solución sea comenzar por hablar bien de ellas. Cada vez que elegimos ejercemos nuestra libertad. Al elegir hacer el bien…se construye. En lugar de buscar constantemente ser el centro de atención de los demás, elige interesarte sanamente por la vida de los otros. Si te has acostumbrado a exigir que escuchen tus reclamos y aflicciones, elige prestar tus oídos para escuchar los problemas de los demás. Cuando converses con alguien préstale atención aun cuando creas que es muy poco interesante lo que tiene para decirte. No lo utilices como pantalla para  liberar tus pensamientos hacia tus problemas, tus tareas pendientes, sino más bien elige estar presente en ese lugar para acoger al otro.  En lugar de reclamar que todos te ayuden o te den una mano, elige prestar las tuyas para aliviar las tarea de los demás. «La generosidad es mucho más efectiva para generar colaboración que el reclamo.» Son las actitudes humanas y cristianas las que hay que desarrollar en lugar de centrarse solamente en los “no...” que hay que evitar. El crecimiento espiritual es una decisión personal que sólo acontece cuando ejercemos nuestra libertad en favor del bienestar común. 

P. Javier Rojas, sj

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