Perfil de un Papa Serendipico



Perfil de un Papa Serendípico
  Por Carlos Alemany, SJ

          El término “serendipity” es definido por el diccionario de Oxford  como “la facultad de hacer – por casualidad- descubrimientos afortunados e inesperados”. El término se atribuye al novelista
Horace Walpole que en el siglo XVII publica una novela titulada “Los 3 príncipes de Serendip”(entonces Ceylan y actualmente Sri-Lanka).Pues bien estos príncipes tenían esta cualidad, la de cambiar la realidad para hacerla, más gozosa, más bonita y más agradable y todo ello surgiéndolo no de una forma directa y pretendida, sino inesperada.
          El término fue divulgado en la revolución cultural de la California de los 70. Luego se vio que
muchos descubrimientos tanto de las ciencias como de las letras se habían debido no a algo directamente buscado sino a algo colateralmente sucedido que resultaba mejor que la búsqueda original. El descubrimiento “fortuito” de las cuevas del Qumram, la fotografía, los rayos X, o la ley de la gravedad todos ellos tenían en común que no habían sido directamente buscados, que eran gratos y abrían nuevos horizontes.
          En el último tercio del siglo pasado el término serendipity volvió a ponerse de moda y asi nos encontramos con que se ha bautizado con él a yates deportivos (Buenos Aires), restaurantes (New York), bar de copas (Madrid, Valencia), películas (New York), colección de libros (Bilbao), empresa de autobuses (Madrid- Galapagar) etc.
          En estos días en que la Iglesia en general y los periodistas en particular andan afanados con las listas y el perfil de los posibles papables, alguien me ha preguntado cómo sería el perfil de un Papa de corte más bien serendípico. Me ha parecido curiosa e interesante la pregunta  y me he puesto a reflexionar sobre una posible respuesta y la ofrezco aquí como un añadido más a otras cosas que ya se han dicho.
          -En primer lugar diríamos que sea un Papa que sorprenda a la gente. Serendipity estimula mucho el poder de sugerencia y de evocación. Que sorprenda en primer lugar a la curia, que son los que tiene más cerca, pero también al simple fiel. Efectivamente se ha hablado mucho en estos días sobre la imposible, y muy urgente, reforma de la curia. Pues que demos con una persona que se sienta libre y creativa para hacer las reformas necesarias, primero en su propia casa. Los escándalos de los últimos años indican una notable falta de transparencia en el Vaticano a muy diversos niveles .En este sentido el Papa debería  sorprendernos a todos al ser suave en los modos pero firme y claro en los objetivos en busca de una mayor transparencia.
          - Que nos regale a todos – y pronto- regalos simbólicos que indiquen que algo empieza a cambiar. Por poner algunos ejemplos Juan XXIII nos regaló el prescindir de la silla gestatoria
(aunque él con tono de humor dijera que lo hacía por no cargar con su sobrepeso a sus
empleados.) Pablo VI nos regaló el vender la tiara para dar su importe en dinero a los pobres.
Juan Pablo I nos regaló las preciosas catequesis que hacía con los niños pequeños delante de toda la audiencia general. Juan Pablo II entre otras cosas nos regaló su aprecio por la madre Teresa de Calcuta , el facilitar a su congregación un terreno dentro del mismo Vaticano para que abrieran una comunidad y el adelantar los pasos de su proceso de beatificación. El mundo simbólico es muy expresivo y puede ser entendido por gentes de diversos paises y religiones.
          -Que haga encíclicas cortas, conectadas con el rumiar de la gente y con un lenguaje directo y a pie de calle. Que no sea necesario tener preparadas para leerlas una mesa y una silla dura de biblioteca, sino que en el más puro estilo serendipico se puedan leer cimbreándonos en una mecedora o tumbados en una hamaca al borde del mar. Que utilice un lenguaje poético y con poder de sugerencia.
          -Que, como diría Gerardo Diego, baje a la plaza y se mezcle con la gente. Juan Pablo II lo hizo muy bien mezclándose una y otra vez con personas de todos los credos y culturas. Pero tuvo un antecesor que queremos destacar y que fue Juan XXIII. Tanto cuando fue nuncio en Sofía, Atenas, Estambul, Paris o patriarca de Venecia le gustaba recorrer con frecuencia su ciudad para conocerla. Y cuando fue Papa y obispo de Roma tenía un par de amigos de Venecia que con frecuencia le recogían a la caída de la tarde para que conociera los diversos barrios de su ciudad y con frecuencia sorprendía con una visita no anunciada a las parroquias que encontraba a su paso.
          -Al nuevo Papa le tocará ser el Papa del twitter y de las redes sociales. Tendrá que rodearse de un equipo competente que le ayuden a manejarse en los nuevos lenguajes. A través de ellos podrá conectar con sus fieles, especialmente con los jóvenes, de todo el mundo. Y así le llegará el feed-back de cómo es recibido su mensaje.
          -Finalmente a mi me gustaría desearle que disfrute del papado y no lo viva sobre todo como una carga o una responsabilidad. Si logra hacerlo así ello lo expresará con una amplia sonrisa que ofrecerá al mundo entero. Y todos sabemos que el humor es contagioso. Entonces le llamarán, como le llamaron a Juan XXIII “ el Papa que sonreía”.
          Para terminar, aunque no lo espero pero por lo menos lo dejo aquí apuntado, qué sucedería si cuando el cardenal decano se acerca al nuevo pontífice y entre otras preguntas le hace la consabida de “¿qué lema escoge para su pontificado?” y él respondiera lisa y llanamente “serendipity” .Esa sí que sería gorda…

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Muy bueno, Padre Javier. Y gracias por esta catequesis. Dios lo bendiga. Miguel Angel De Giorgi, sacerdote en la Arquidiócesis de Córdoba-Argentina