La bondad no es una simpatía superficial, no es la sensibilidad afectuosa: es la intuición de la situación de otro, de su necesidad, de su llamamiento, de su corazón, de su drama íntimo; porque lo amo, porque entro en comunión con él, con su sufrimiento, y hago confianza a la capacidad de superación que en él existe.
La bondad no es un sentimiento dulzarrón, sino un sentimiento fuerte. El que ama quiere el bien de quien ama. Por eso debe a veces mostrarse duro.

San Alberto Hurtado

Comentarios