Gracias Señor por invitarme cada día a la vida. Gracias Señor por golpear a mi puerta y regalarme  la alegría de un nuevo amanecer. Así como te apareciste a tus discípulos ya resucitado, hoy apareces en mi vida y compartes conmigo el pan. Gracias por ese amor entrañable con el que me animas a amar a los que me rodean. Gracias por tu infinita y respetuosa paciencia hacia esta hija tuya tantas veces distraída y escurridiza. Gracias por tus muestras de amor cotidiano y rebosante. No soy merecedora de un amor tan pródigo, pero como Pedro,  tiro la red a la derecha y consigo una pesca copiosa. Todo es abundancia contigo, Señor. Mi red está repleta de peces, Tú me los has regalado, para que coma, me alimente y comparta.
Gracias Señor por este nuevo día.
 A tu lado no hay temores. A tu lado hay fertilidad, peces, pan compartido y esperanza a manos llenas…
@Ale Vallina

   

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