Pedro dijo a Jesús: "No me lavarás los pies jamás". Estaba acostumbrado a una cierta visión religiosa y política donde el jefe está arriba: es una roca segura en la cual uno puede apoyarse (...). Creía que era el Mesías. Admiraba la autoridad y la fuerza de Jesús, y también sus milagros.
Cuando Jesús es detenido, no se defiende. Pedro no puede admitir eso. Pedro se viene abajo. "¡Yo no conozco a ese hombre!" dijo luego. Había creído que Jesús era el mesías poderoso y descubre a un Jesús débil. Se decepción es inmensa. (...) ¿Un Mesías vulnerable?
Hoy, como ayer, encontramos dificultades en comprender a un Dios que se oculta en los débiles y en las personas con deficiencia. Un Dios que es tan grande que se hace pequeño para tocar los corazones, para vivir en comunión con cada persona.
Jean Vanier, Amar hasta el extremo

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