Escucho que me invitas. Es tan claro tu llamado. Insistente y firme, pero dulce y repetuoso. 
Tantos años mirándome el ombligo...Cuánta necedad en mi alma!
Hoy escucho muy claro tu mensaje. Retumba en mi corazón y con potencia. Me llamas al servicio sin excusas…Y ya no quiero hacerme la distraída y argumentar sorderas...
Cuándo comienzo, Señor?, te pregunto. “En este momento” me respondes.
Entonces abro mis manos y las alzo al cielo. “ Y ahora ponlas al servicio de tus hermanos”, me soplas despacio al oído.
Con tu ayuda mi Señor. Con tu ayuda…
@Ale Vallina

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