« En tu reino ¿quién gobierna? »




« Entonces Pilato entró otra vez al Pretorio, llamó a Jesús y le dijo: --¿Eres tú el rey de los judíos?  3Jesús le respondió: --¿Preguntas tú esto de ti mismo, o porque otros te lo han dicho de mí?   Pilato respondió: --¿Acaso soy yo judío? Tu propia nación y los principales sacerdotes te entregaron a mí. ¿Qué has hecho?   Contestó Jesús: --Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos. Ahora, pues, mi reino no es de aquí.   Entonces Pilato le dijo: --¿Así que tú eres rey? Jesús respondió: --Tú dices que soy rey. Para esto yo he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad oye mi voz.»
Jn 18, 33-37



Hoy somos más conscientes que la persona que preside una entidad, empresa o gobierno no necesariamente es la que gobierna. Que una persona represente la cara visible de una organización no significa que tiene en sus manos el destino de la misma. No necesariamente la que ocupa el primer puesto es la que conduce o rige un gobierno, o por lo menos, no lo hace totalmente solo.
Sabemos de la diferencia que existe entre presidir y gobernar. Hemos comprobado, en más de una ocasión, que detrás de una persona u organización que muestra honrada y responsable se pueden ocultar intereses egoístas, inmorales y corruptos.
La fiesta de Cristo Rey puede ayudarnos a tomar conciencia del gobierno que nos toca regir. Me estoy refiriendo a la propia vida. En definitiva, nuestra propia vida representa en ocasiones un cúmulo de intereses que necesitan ser gobernados, reconciliados y conducidos para vivir en libertad. A veces no son las palabras “bonitas” y “piadosas” las que gobiernan nuestra vida, sino todo lo contrario. Hemos de reconocer, que a menudo nos hacemos cómplices de nuestras propias corrupciones y esto ocurre cuando ocultamos las verdaderas motivaciones que rigen nuestra vida.
En otro lugar del evangelio Jesús dijo que un “reino donde hay luchas internas no puede subsistir`” (Mc 3, 24).
Cuando los cristianos celebramos la fiesta de Cristo Rey ¿estamos festejando que Cristo reina en mi vida? ¿Reconocemos que Jesús gobierna mi vida? ¿Hemos entregado a Dios todos los territorios del corazón?
Lo que ocurre en un país puede ser, a veces, reflejo de lo que acontece en el corazón de sus habitantes. Esas realidades tan crudas también pueden acontecer en nuestro propio mundo, reino o país interior.  ¿Quién reina dentro de ti? ¿Quién te gobierna?
A estas dos preguntas a las que no podemos escapar. Si deseamos que nuestro país, la tierra bendita que todos pisamos, se renueve desde dentro hemos de comenzar por saber si en nuestro propio mundo interior reinan  la paz y la armonía, la solidaridad y la compasión, el perdón y el amor que también deseamos para las generaciones venideras.
Pero la pregunta que en realidad tenemos que animarnos a responder, no es si Cristo reina o no en nuestro mundo interior, los cristianos lo damos por hecho. Lo que tenemos que responder es si gobierna.  Y esa es una tarea ineludible para cada uno de nosotros.
  Cristo, aparte de ser el Rey en tu mundo interior ¿gobierna? ¿Ha logrado que vivas según sus criterios, sus mandamientos, sus principios de vida o le haces una huelga general? Dios, ¿lo tiene todo o hay sectores de tu vida donde sólo tu gobiernas? ¿Dejas que Dios te conduzca? ¿Existe un gobierno corrupto dentro de ti?
La fiesta de Cristo Rey, cierra un período litúrgico y abre otro. Es la fiesta bisagra entre dos realidades esencialmente importante para todo cristiano. Domingo a domingo hemos contemplado su vida a través de los evangelios, lo hemos visto cuidar, sanar, perdonar, animar, alentar, fortalecer, levantar, a todos aquellos que han elegido ponerse bajo su cuidado y formar parte del Reino de su Padre. Y ahora, situado en el umbral del adviento en que nos vamos a preparar para su nacimiento, tenemos que preguntarnos si vamos a darle un lugar en nuestra vida al Rey que vacíos a llegar.
¿Que o quien gobierna tu vida hoy? Aquello que gobierne tu mundo interior es lo que decidirá tus próximos años de vida. Aquel que reine y gobierne es lo que terminará dando sentido a tu existencia y alimentando tu vejez.
No permitas que la queja constante, la intolerancia, el ansia de protagonismo, el afán de poder y posición social, la venganza, la glotonería afectiva y el mal humor gobiernen tu vida.
Cristo nos ofrece vivir en un reino distinto, y nos invita a construir un país distinto y así lograr un mundo diferente. Todo comienza por ti.
Mientras en el reino interior de Pilatos gobernaba el miedo, en el de los sumos sacerdotes, reinaba la ambición.
Tú decides quién reina y gobierna tu vida, pero no podemos olvidar que el Reino de Jesús no se rige como los reinos de este mundo.


P. Javier  Rojas sj

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