«Permanecer en el amor»


En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. Os he dicho esto, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea colmado.» Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda. Lo que os mando es que os améis los unos a los otros».
Jn 15, 9-17

¿Cómo permanecer en el amor de Dios? ¿En qué consiste el gozo de Dios? ¿Es posible amar como Él nos amó?
Es evidente que cultivar el amor incluye gestos, palabras y actitudes. Nadie puede decir que ama verdaderamente y descuida aquellas expresiones que son manifestación de ese amor. Pero también es cierto, que podemos quedar encerrados en la formalidad de los gestos o fórmulas y «vaciar de contenido mi Te quiero» como dice una canción.
 Debemos estar muy atentos para no ser presa del engaño de quedar atrapados en las formulas o frases hechas, que mantienen la fachada de amor pero por dentro van dejando un vacío enorme…
La gran tentación que tiene el cristiano actual ante los cambios y las incertidumbre que reina en todos los ámbitos, aún en el seno de la iglesia, es la de “asegurar” su fe detrás de las formulas y practicas religiosas. La fe en Dios y el amor al prójimo no se mide solamente por los actos externos.
 Las prácticas religiosas están en función de la relación íntima con Dios. Pero cuando se vacían del contenido esencial que es el amor, para recubrirse de la “seguridad” que le otorgan las prácticas externas poco a poco se convierten en un yugo para el creyente.
“Permanecer en su amor” no significa “quedarse atrapado” detrás del formalismo religioso, sino nutrir la vida de evangelio...
¿Cómo puedo conocer si permanezco en el amor del evangelio?
Tal vez la repuesta podemos encontrarla en las palabras de Jesús que nos dice «No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros».
¿Qué nos quiere decir con ello? Que Dios nos ha elegido. SU AMOR nos ha elegido. No son nuestros méritos lo que hace que Dios vuelva sus ojos hacia nosotros, sino su amor gratuito. «Él nos amó primero» y desde esta realidad nuestras practicas religiosas no deben convertirse en una búsqueda egocéntrica de reconocimiento ante Dios, sino en expresión de agradecimiento a ese amor…
No debemos ir a misa con el objetivo de cumplir con el precepto, sino con el deseo de encontrarnos con Dios en la eucaristía.
Es Él quien nos invita a su mesa. Y el hecho de participar de la cena del Señor es un gesto de amor y no de obligación.
Yo lamento mucho cuando las personas se confiesan de no haber cumplido con el precepto de ir a misa, porque ello denota que hay mas conciencia de haber roto la ley que de haber rechazado la invitación de Dios a sentarse a su mesa…
«Permanecer en el amor», no significa repetir fórmulas externas sino renovar constantemente el sentido de lo que expresamos.

 P. Javier  Rojas sj

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