Cada persona tiene sus dones y sus talentos. Desear que todos hagan lo mismo, que todos piensen igual, que tengan los mismos gustos, tiempos y deseos es de “autoritarios”. Y esto vale tanto para una familia, una empresa, como para tu parroquia. 
No atropelles y no serás atropellado. Deja que sea Dios el que dirija y no pretendas que todos actúen como tu. Despierta...Lo entiendes?
María Bulls

Comentarios