Comenzamos el mes de diciembre. El último del año. La mayoría de nosotros nos sentimos cansados y esperamos el tiempo de vacaciones para el reposo y el sosiego. Sin embargo, diciembre es un mes largo y plagado de emociones diversas: nuestros hijos terminan el año escolar, se acercan la Navidad y el Año Nuevo, asistimos a reuniones familiares y de amigos, hay un arbolito que levantar y un pesebre para armar, compramos obsequios para los más pequeños de la casa y nos inundan los deseos de que la familia se reúna para estas fiestas en paz y en armonía.
No debemos dejar que la vorágine del fin de año opaque nuestras buenas intenciones: disfrutar de la Navidad, de ese Dios encarnado que llega a sostenernos…
No permitamos que el deseo de descanso y sosiego nos adormezca al punto de no alegrarnos de la Buena Noticia… 
No escatimemos los esfuerzos por acompañar a tantos solos y enfermos en estas fiestas…
No dejemos que la mirada se pose en lo intrascendente y nos impida reconocerlo, a Él, que viene…
Mes de diciembre, mes de balances. Pongamos al Señor en nuestro balance…Porque Él estuvo a nuestro lado en las buenas y en las malas en este año…Y sigue llegando a hacer morada en nosotros…Una vez más. Como cada año.
Misterio de amor, inmenso…
Cansados sí, pero no dormidos Señor…Te lo pedimos con alegría.
Ale Vallina

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