Aprendices eternos



Día 11

Con Jesús por la mañana. “En mi tarea cotidiana, sales en mí hacia la calle, abrazas la calle, abrazas con mis brazos y te asomas en mi mirada. No te avergüenza mi límite, ni te restringe mi vocabulario. En mí te vas haciendo un verdadero servidor sin obras perfectas. Juntos ensayamos tu reino, en mis intentos de aprendiz eterno en esta tierra de futuros” (Benjamín González Buelta sj). Dios acoge nuestros límites y los fecunda en su amor. ¿Qué miedos te paralizan? Entrégalos para que en ellos Jesús se “haga fuerte”. Ofrece este día por la intención del Papa.

Con Jesús por la tarde. "Jesús dijo a sus discípulos: Ningún criado puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se dedicará a uno y desdeñará al otro. No podéis servir a Dios y al dinero" (Lc 16,13). ¿En qué inviertes tu tiempo? ¿Qué atrapa tu imaginación? ¿Por quién te levantas cada mañana? Enamórate de Dios y todo será de otra manera (Pedro Arrupe sj). Repite al ritmo de tu respiración: “Enamórame de ti, Señor”.

Con Jesús por la noche. Trae a las personas. Trae a la memoria a las personas que has encontrado hoy. ¿Quiénes son? ¿Cómo han sido esos encuentros? ¿Cómo ha sido tu acogida y tu despedida? Reconoces que las personas son regalos que Dios te acerca cada día. ¿Qué te han hecho sentir? ¿Qué has podido hacer por los demás? ¿Hay alguien que necesite una disculpa? Agradece el don de la vida en ti y en tus hermanos. 

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