Artífices de la propia vida



Día 3
  
Con Jesús por la mañana. “No todos están llamados a ser artistas en el sentido específico de la palabra. Sin embargo, a cada hombre se le confía la tarea de ser artífice de la propia vida; en cierto modo, debe hacer de ella una obra de arte, una obra maestra” (San Juan Pablo II). ¿Cómo construyes tu vida? ¿Cuáles son tus cimientos y tus adornos? ¿Cuáles son las motivaciones últimas de tus decisiones? Embellece tus ambientes y la tarea de hoy sirviendo gratuitamente en tu trabajo a quien necesite de ti. Ofrece tu día por la intención del mes.

Con Jesús durante el día. Jesús les dijo: «El Reino de los cielos se parece también a una red que se echa en el mar y recoge toda clase de peces. Una vez que está llena, los pescadores colocan los peces buenos en canastos y arrojan fuera los malos» (Mt 13,47-48). Conserva en tu vida las cosas que te acercan al Señor, y descarta aquello que te quita paz. ¿Qué ambientes y personas sacan lo mejor de ti? Repite al compás de tu respiración: “Gracias Señor por tu presencia en mis hermanos, ellos enriquecen mi vida”.

Con Jesús por la noche. Hazte consciente. Detén la marcha del día y aquieta el interior. Dios te acompaña en el camino, aprende a reconocer su paso para crecer en sabiduría interior. Trae a la memoria los acontecimientos y las personas que hoy pasaron. Agradece todo. ¿Cómo ha sido tu día? ¿De qué modo Dios se te ha hecho presente? ¿Qué has aprendido? ¿Hay necesidad de enmendar algo o pedir perdón? Toma nota de lo que resuena en tu interior.


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