Siempre nos acecha la tentación de utilizarle a Dios según nuestras necesidades. Una fe adulta, sin embargo, nos pide tomar las riendas de la existencia, hacerle frente al sufrimiento y la injusticia con coraje y confianza. Con coraje, porque la fe no nos exime de nuestra responsabilidad como personas. Con confianza, porque Dios es el que nos sostiene en medio de nuestras dudas y dificultades. 
P, Ángel María Ipiña

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