Vivir con fe en este tiempo es un signo de abandono y confianza. Hoy cuando más que nunca están de moda las “previsiones” de todo tipo, tener fe es sinónimo de locura. Confiar en Dios y tener fe en Él cuando la realidad que vivimos parece contradecir todas sus promesas es un gesto inmenso de amor y confianza en su providencia. Tener fe en Dios es entregarle mi confianza. Es ofrecerle mi vida y la de los que quiero para que bajo su protección marchemos hacia adelante aún y en medio de las dificultades. Confiar en Dios no significa que desaparecerán las luchas y las pruebas... Es confiar en que me sostendrá en la tempestad, y, si caigo, me levantará.  En definitiva tener fe es fundamentar mi vida en una única certeza que «somos amados desde lo alto de los cielos y desde lo ancho de la tierra.» 
P. Javier Rojas sj

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