"Se dice que los pobres le enseñaron a monseñor Romero a leer y entender el Evangelio, cuyo significado profundo había estado oculto para él tras las gruesas paredes de los seminarios, las parroquias y los cargos eclesiásticos. Sus ovejas nunca le abandonaron, pero él tampoco las abandonó a ellas: en pro-seguimiento de Jesús, se convirtió en su pastor en todo su sentido, ya que las protegió de sus depredadores hasta dar su vida por su pueblo. Se convirtió en voz de los sin voz, como reza el libro de la UCA publicado tras su muerte (uno de los editores, Ignacio Martín-Baró, es también mártir tras la matanza ocurrida en la universidad en 1989). Con monseñor la palabra de los salvadoreños subió hasta Dios, cumpliéndose así el texto: he escuchado el clamor de mi pueblo, he visto la opresión con que le oprimen”. Este 23 de mayo Mons. Romero será beatificado. 
Ángel García Forcada

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